viernes, 25 de septiembre de 2009

HIPÓTESIS SOBRE LA DESHUMANIZACIÓN, UN ACERCAMIENTO AL ORIGEN DE LOS MALES*

Doctor Luis María Murillo Sarmiento
Médico ginecólogo y escritor
Presidente Comité Bioético Clínico Red Distrital

El mundo abrupta o imperceptiblemente se transforma; pero son más frecuentes los cambios invisibles, que sólo se advierten al comparar las épocas. Como el rostro del hombre, por ejemplo, que pasa de el del niño al del anciano habiendo visto siempre la misma faz el día anterior y el que sigue. Así, inesperadamente, nos damos cuenta de que la urbanidad, la cortesía, la humanidad se han depreciado. Y comienzan a asaltarnos –a médicos, enfermeras y pacientes- las preguntas: ¿Cuándo se perdió la humanidad? ¿Cuándo el hábito volvió una rutina el sufrimiento? ¿Cuándo el arte de curar se volvió básicamente técnica? ¿Cuándo el médico perdió su pedestal? ¿Cuando el hombre de ciencia en su prepotencia se equiparó con Dios? ¿Cuándo la calidad total se dejó imbuir por la productividad sin freno? ¿Acaso cuando el enfermo se volvió otro cliente? ¿Cuando se olvidó el poder curador de las palabras?

Estas preguntas encierran dudas y a la vez certezas, y dejan la evidencia de las transformaciones radicales que ha sufrido el arte de curar. Para comenzar, el médico paternal, con visión integral del enfermo y su familia, capaz de auscultar las emociones con paciencia, es cosa del pasado. Con sus virtudes y defectos ese paradigma ha sido reemplazado. ¿Pero esa medicina más apacible y menos técnica debía substituirse? No del todo, es mi respuesta. No en todo aquello que ha significado el menoscabo de la relación del médico con el paciente.

Los cambios que se han dado, odiosos para el médico humanista, han resultado sin embargo inevitables. Creo que la masificación, la parcelación del cuerpo humano, el afán de producir y la comercialización de la medicina son los verdaderos responsables.

La multitud hace invisible al individuo: en el montón se pierde la dignidad y el valor de las personas. En la muchedumbre uno de más, uno de menos, carece de importancia. Entre el gentío que atiborra en una noche las urgencias, el nombre de un paciente resulta irrelevante. Nunca se recuerda. Con frecuencia se olvida el motivo de ese anónimo que llegó a consulta. La masificación deshumaniza. Deshumaniza porque agota. El profesional agotado comienza a sentir como tortura la próxima consulta; el siguiente paciente es un suplicio. Deshumaniza porque en el maremagno se vuelve rutinario el sufrimiento. El caso doloroso y único conmueve; ante los mismos casos en sucesión indefinida termina anestesiado el sentimiento. La masificación deshumaniza porque vuelve anónimos a todos los actores, porque involucra demasiada gente: mucho intermediario. Ya no son el médico y su paciente en comunión privada; hasta el vigilante y el portero se entrometen. Todos en la multitud son para los demás intrusos, se ven con desconfianza. Por seguridad las instituciones de salud cierran sus puertas y deben exigir identidades. Ni los vigilantes conocen a los médicos, con mayor razón desconocen al paciente.

La fragmentación del cuerpo humano es obvia consecuencia del desarrollo de su conocimiento, nada hay que reprocharle. Ninguna mente alberga todo el saber de nuestra medicina. La aparición de las especialidades es un razonable desenlace. Pero su aparición, sin proponérselo, acabó con el médico omnisciente que atendía integralmente todas las dolencias. Hoy el especialista no está en condición de resolverlo todo, pero esa misma incapacidad volvió improductiva la atención de las quejas del paciente. ¿Para qué escuchar lo que no tiene posibilidad de remediarse?

En un comienzo la medicina fue ciencia –menos ciencia- y humanidad –más compasiva-, pero el tiempo la fue volviendo más técnica y menos afectiva. Humanidad y ciencia, en una relación inversamente proporcional, se fueron distanciando. Los mismos actos de preservar la vida al borde de la muerte, se fueron encarnizando, y sin ánimo de maldad alguno. Preservar la salud y la vida a toda costa, por obra de una visión desenfocada, se convirtió en el mayor bien a proporcionar al ser humano, pasando por alto hasta los sufrimientos que esa actitud provoca. No dejar morir no siempre es una hazaña.

Por cuántos siglos médico y paciente trabaron una relación humana y personal sin imaginar que con el tiempo el derecho la volvería un contrato, y que más adelante encajaría en un portafolio de servicio, jerga del entorno comercial, que también define al enfermo como cliente. Años apacibles –por desgracia poco técnicos- en que la relación médico-paciente se daba sin intermediarios, ni leyes del mercado.

“El trabajo del médico solo lo beneficiará a él y a quien lo reciba, nunca a terceros que pretendan explotarlo comercialmente”, reza el código de ética médica colombiano. Saludable o no, apenas es romántico. Difícil imaginar que en las empresas de salud todo sea filantropía sin ánimo de lucro. Pero hacer empresa con la salud no es censurable. Por efecto de la misma masificación, resulta necesario. De hecho los recursos privados, mejor administrados que los del Estado, tienen en la salud la posibilidad de demostrar su compromiso con la sociedad. Lo reprochable es ver la vida humana tan sólo como un negocio lucrativo. A la buena administración de los recursos y el manejo acertado de los negocios debe sumarse una contextura moral a toda prueba. Debe existir una clara jerarquización de principios y valores, un manifiesto sentido de justicia, un reconocimiento de la vida y la salud como bienes absolutos, una anteposición del paciente a lo económico; admitir al enfermo como fin, no como medio: reconocerlo como el propósito más importante de la organización.

La productividad y el afán de lucro son la enfermedad de nuestro tiempo. Gracias a este morbo todo se volvió vertiginoso. El mundo corre en un afán de producir sin tregua, relegando la tranquilidad y las dichas del espíritu. No vive, galopa contra el tiempo. Si es trabajador de la salud, salva una vida, recupera un órgano, hace una consulta apresurada -que estadísticamente se traduzca en jactanciosos rendimientos-, cumple lo urgente, corre de una institución a otra, y posterga lo espiritual –lo suyo y lo de su paciente-. Y en esa postergación lo espiritual se finalmente se olvida. Quien no sigue el modelo se rezaga, quien se rezaga sucumbe en este trote desbocado, en esta absurda “selección natural” impuesta por el hombre.

El conocimiento, motor del progreso tiene precio. La educación también es un negocio. Hoy el conocimiento es un incuestionable producto del mercado y puede valer más que los bienes materiales. Si éstos valen, tiene lógico asidero que cuesten los bienes que trascienden, como la educación, más si se entiende que los recursos que requiere su infraestructura no salen de la nada. De todas maneras la salud y la educación no son un privilegio, son un bien universal que debe asegurarse. Por más que cueste toda persona debe tener garantizado ese derecho. Cómo se logre depende del ingenio de quienes rigen sus destinos.

En la conjunción de tantos extravíos, de tantos males, aprietos y limitaciones resulta inevitable que la humanidad se pierda, en el afán de sobrevivir la vocación se distorsiona, la caridad se queda sin espacio, la acción desinteresada ante el ánimo comercial claudica.

* Fragmento de un ensayo del autor sobre la humanización.

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CONSENTIMIENTO INFORMADO PARA PROCEDIMIENTOS ANESTÉSICOS

MODELO DE CONSENTIMIENTO NO. 4: PROCEDIMIENTOS ANESTÉSICOS

HOSPITAL XXXXXXXXXXXXXXXXXXX

CONSTANCIA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO PARA PROCEDIMIENTOS ANESTÉSICOS

Fecha: DD MM AAAA
I. IDENTIFICACIÓN
Historia Clínica: _______________
Nombre del paciente ____________________________________________

II. INFORMACIÓN
Yo __________________________________________, mayor de edad, identificado como aparece al pie de mi firma, actuando en mi propio nombre o en mi calidad de _________________________ del paciente _______________________________________ por medio del presente documento, de manera expresa, libre, en pleno uso de mis facultades mentales manifiesto que el doctor ______________________________, médico anestesiólogo del hospital, me ha informado que en razón del siguiente diagnóstico:
_______________________________________________________________
debo ser sometido a un procedimiento anestésico cuya finalidad es:

_______________________________________________________________
Tratamiento del dolor ____ Realización de una intervención quirúrgica _____
Realización de un procedimiento diagnóstico ____

Me ha explicado que la anestesia priva en forma general o parcial de la sensibilidad, de tal manera que permite controlar el dolor que acompaña a ciertas enfermedades, y facilita la realización de intervenciones diagnósticas o terapéuticas que ocasionan dolor intolerable al efectuarse. Para conseguirlo, la anestesia mediante el uso de determinados fármacos lleva al estado de insensibilización, o de insensibilización e inconsciencia; puede hacer insensible sólo la zona del cuerpo que va a ser intervenida (anestesia regional o local) o provocar la inconsciencia e insensibilidad total. En este último caso el anestesiólogo me ha manifestado que será garante de mi seguridad, tomando las decisiones que en su criterio me la puedan proveer, al no poder consultar sus decisiones conmigo, por mi inconsciencia.

Igualmente expreso que me ha dado información acerca de los siguientes aspectos:

*Propósito del procedimiento anestésico
*Alternativas anestésicas
*Técnica anestésica
*Monitoria de mis signos vitales
*Beneficios del procedimiento
*Consecuencias en caso de no aceptar
*Tipo y efecto de los medicamentos empleados
*Reacciones alérgicas
*Riesgos previsibles y efectos colaterales
*Necesidad de ayuno y tiempo de ayuno
*Medicación que puedo continuar
*Medicación que debo suspender y antelación

También declaro que me ha advertido que pueden presentarse complicaciones imprevistas. Y que me ha señalado como efectos secundarios frecuentes del procedimiento anestésico las nauseas, el vomito, el dolor de cabeza, la somnolencia, el mareo, la ronquera, el dolor de espalda, de garganta o muscular, la inflamación de tejidos blandos, la lesión de labios o dientes y hemorragias alrededor de arterias o venas puncionadas. También que complicaciones más graves pero menos habituales pueden resultar de las reacciones a los medicamentos suministrados o de los procedimientos implementados, que pueden ser eventos agudos o secuelas crónicas, como las lesiones del sistema nervioso central o periférico-, el daño ocular, la lesión de las cuerdas vocales o la tráquea, la neumonía y otras complicaciones pulmonares, el daño renal, los sueños o recuerdos intraoperatorios, las reacciones adversas de las drogas, las quemaduras, el infarto de miocardio, la trombosis o embolía cerebral, la hipertermia maligna y la muerte.

Otras complicaciones derivadas de mi condición clínica son:
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Me ha explicado que de acuerdo a los antecedentes que le he suministrado, al análisis de mi historia clínica y al examen físico practicado considera que tengo un alto ____ medio ____ bajo ____ riesgo anestésico y que la mejor alternativa para mí es la anestesia general ____ regional (Raquídea o epidural) ____ Troncular ____ local asistida ____. Advirtiéndome que circunstancias inesperadas clínicas o técnicas pueden hacer variar el tipo de anestesia inicialmente elegida.

Ha sido explicito en que el ayuno absoluto previo al procedimiento anestésico es fundamental para prevenir complicaciones que podrían derivar en graves complicaciones y aún en la muerte. Requisito del que por obvias razones sólo se prescinde en casos de cirugías de extremada urgencia.

Me ha explicado también que en el curso de la anestesia se pueden presentar situaciones inesperadas que requieran procedimientos adicionales –inclusive quirúrgicos- o transfusiones sanguíneas. Me ha informado que en caso de practicarse tales transfusiones se hará previos exámenes de compatibilidad, y con productos certificados con las pruebas exigidas por la ley, aunque aún así pueden presentarse reacciones y riesgos de infección.

Además se me ha informado que en la institución en que voy a ser atendido(a) interviene personal en formación que participa bajo la responsabilidad y supervisión directa y presencial del profesional docente. También que el hospital realiza investigaciones científicas en las cuales se hace necesaria la revisión de las historias clínicas, las cuales sólo pueden ser tomadas para estudio si el presente consentimiento ha sido firmado y si el comité de ética en investigación del hospital aprueba la investigación propuesta: En tal caso la institución como el investigador garantizan la confidencialidad del contenido de la historia clínica y el secreto de la identidad del paciente.

Doy constancia de que se me ha explicado en lenguaje sencillo, claro y totalmente entendible para mí, cada uno de los puntos anteriores, además se me ha permitido hacer todas las preguntas necesarias y todos los espacios en blanco han sido llenados antes de mi firma.

III. OBSERVACIONES ADICIONALES
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IV: AUTORIZACIÓN
Como resultado de la información recibida manifiesto que:
1. Si autorizo ____ No autorizo ____
A los médicos del servicio de anestesia del hospital la realización de los procedimientos señalados en el presente documento.

Y (si o no ) _____ autorizo la transfusión de sangre o sus derivados.
Y (si o no ) _____ autorizo que los datos de la historia clínica sean utilizados en investigaciones de carácter científico en las condiciones en que me fueron explicadas.

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C.C. .................................................C.C.
Paciente .......................................... Acudiente o testigo


Huella del paciente


Uso de huella dactilar: Certifico que se me ha leído el documento en presencia de un testigo o acudiente, quien en constancia firma junto a mi huella.

Doy fe de haber informado al paciente

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Firma del médico................................Asistente del médico
C.C. .................................................C.C.