sábado, 29 de mayo de 2010

PANEL: ENTRE LO POSIBLE Y LO APLICABLE

Luis Alberto Sánchez Alfaro
Odontólogo
Especialista y Magíster en Bioética
Profesor Departamento de Bioética Universidad el Bosque

Buenos días a todos.

Agradezco la invitación que ha hecho el Comité Bioético Clínico de la Red Distrital de Bogotá y en especial al doctor Luis María Murillo, es un agradecimiento no solamente personal, sino también desde el Departamento de Bioética de la Universidad el Bosque.

Teniendo en cuenta lo que se ha venido hablando durante esta mañana y dándole la importancia que se merece el tema, me referiré a él desde otra orilla. Me voy a referir a la formación y la educación.

¿Cómo ha sido la formación que nos han dado a nosotros en las universidades, en los institutos y los colegíos? ¿Cómo esa formación de una u otra manera va a permitir que nuestra mente y nuestro pensamiento se deje permear por el paradigma de la biotecnología y de la tecnología? Y dependiendo de cómo lo entendamos vamos también a mirar el impacto que tiene en la vida de nosotros y sobre la vida en general que hay en la Tierra, lo cual es del interés de la Bioética.

Iniciemos el recorrido analizando en que paradigma nos estamos formando las personas que trabajamos en salud, éste es un comité bioético clínico de una red hospitalaria en la que participan personas que de una u otra manera están cercanas al proceso salud enfermedad. ¿Cuál es el paradigma en el que nos hemos formado quienes participamos de decisiones en salud?. En diversas investigaciones realizadas lo que se ha encontrado es que hay una pugna heredada desde la Modernidad cuando el método científico tiene su auge y se hace hegemónico, pugna que en nosotros (los trabajadores en salud) se hace muy evidente: lo biológico vs lo social, donde lo tecnológico se aúna a lo biológico y se contrapone a lo social y humano.

La formación de los profesionales del área de la salud tiene un fuerte énfasis en lo biológico y en lo técnico-instrumental y en ella se desvalora la formación humana y social. Sin embargo en el siglo en el que estamos, el siglo XXI, tenemos retos muy importantes y uno de ellos es entender un poco que los seres humanos estamos cargados de muchas realidades: la biológica, la social, la económica, la política, la cultural, etc., y que cuando podamos hacer una mezcla de todas esas esferas y realidades que nos rodean vamos a poder dar un poco o acercarnos a la respuesta a cerca de ¿qué es la vida?, ¿qué es la salud?, ¿qué es el proceso salud-enfermedad? e incluso entender cómo la tecnología influye en nuestras vidas, cómo es que ese aparatico mostrado por el doctor Reynolds influye en el ciclo vital, en el proceso salud-enfermedad y en muchas otras situaciones de nuestro diario vivir.

Es de esta forma que aparece la bioética, y nosotros desde ella le apuntamos a una bioética que realmente dialogue, pero que no lo haga de forma vacía sino que sea un diálogo de contenido, un dialogo con argumentos, un diálogo que debe dar cuenta de la multiculturalidad en la que viven nuestras sociedades, que no es lo mismo proponerle un determinado tratamiento con un método tecnológico a un testigo de Jehová, que a un musulmán, a un católico o a cualquier otra persona. Que además dé cuenta de que somos una sociedad plural y que cada vez nos hacemos más individualistas, cada vez más nosotros queremos traer nuestra autonomía y queremos que esa autonomía ligada a nuestra dignidad humana nos sea respetada, entonces digamos que sobre estas situaciones la bioética tiene que volcar su reflexión por un lado, por otro tiene que apuntar y reflexionar sobre todas las repercusiones sociales, económicas y políticas que tiene la investigación y desarrollo, miremos los valores y precios de todo lo que vimos en la conferencia del doctor Reynolds y observemos que el hijo del magnate tendrá acceso fácil a ellos, pero el pobre que vive en Ciudad Bolívar tal vez no, esto es un problema de justicia: le brindamos acceso a unos, a todos, o a ¿quién?, o ¿cómo lo hacemos?. A la bioética le interesan todos los problemas y dilemas éticos que surgen de la investigación y desarrollo e incluso en una corriente muy europea que se llama investigación e innovación donde la bioética de una u otra manera tendrá que intentar responder a esos dilemas éticos a esos problemas de tipo ético. ¿Cómo lo hará? A través de principios puede ser una metodología muy criticada, pero es funcional; o lo puede hacer de una manera un poco más fenomenológica. No importa como lo haga pero tendrá que llegar a ayudar a resolver los dilemas que surgen en el uso de la biotecnología cuando está impactando no solamente la vida humana sino la vida en general de nuestro planeta.

También tiene que tratar de apuntarle a la complementariedad entre lo humano y lo social, lo tecnológico y lo biológico. Comenzar a mirar al ser humano de manera holística y complementaria. Necesitamos la tecnología para el progreso de la sociedad, sí, pero no porque llegó la vamos a aceptar, hay que tratar de ver cuál es el significado real que tiene y cuál va ser su impacto.

La bioética propuesta en los tres puntos anteriores deberá tener una fuerte presencia en la formación de los profesionales y en general en la formación de todos los ciudadanos. Esta bioética de una u otra manera intentará acercarse a algo que está muy de moda: La formación integral.
Formación integral de personas que trabajan en salud, no solamente los profesionales, todos los implicados en el proceso asistencial. Formación integral que le va a permitir interrelacionar todas las esferas en las que nos movemos los seres humanos (social, política, económica, tecnológica, etc.), en la que miremos la complementariedad que existe entre nosotros como seres humanos y las otras especies (que también de una u otra manera van a influir en nuestra manera de vivir).

Esa formación integral es la que finalmente nos va a permitir hacer un balance real, muy concreto a cerca de que será lo mejor, que será lo más conveniente para tomar una decisión determinada con un paciente, con un amigo o con un familiar, etc. Será la que nos va a permitir tener una evaluación real y contextualizada acerca de todo lo que es la investigación y los desarrollos biomédicos y biotecnológicos, y su posible o no utilización. Aquí no es decir si los desarrollos son buenos o son malos, pues a la bioética no le interesa categorizar en ese sentido. El interés es una evaluación muy concreta y aterrizada de lo que es la realidad, de lo que es posible y de lo que es aplicable.

Finalmente a lo que le apostaría esta formación integral a través de la bioética es a dar una serie de respuestas a preguntas tales como: ¿Qué es la naturaleza humana? ¿Qué es la vida? ¿Cómo me acerco a la tecnología? ¿Cómo influye la tecnología en nuestra vida?, y a muchos otros retos que el siglo XXI nos está planteando cada día. Le apostamos entonces a una bioética que hemos llamado posthumanista, ¿por qué? Porque el humanismo renacentista ha mostrado que tiene falencias. De una u otra manera ese humanismo renacentista se volvió confesional en la razón. A esta bioética que le apuntamos no debe tener un dogma de fe, cuyo centro no sea únicamente el uso de la razón, sino que mire la pluralidad, la diversidad, la interdisciplinariedad, la complementariedad y que aterrice cualquier fenómeno biotecnológico, o tecnológico que afecte la vida o el proceso salud-enfermedad, de manera contextualizada a la realidad particular y pertinente en cada caso.

La bioética no es una doctrina, ni tampoco tiene que casarse con una doctrina determinada. En ella la discusión no se agota con llamados a los principios como el de precaución o el de responsabilidad. En la bioética se le debe dar cabida a todas las voces y de una manera consensuada, crítica y objetiva solucionar o acercarse a la solución de los problemas éticos que la investigación y desarrollos biomédicos y biotecnológicos nos generan. Y de esta manera responder que es lo posible y que lo que es aplicable.

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